Como cada año, organizar las vacaciones puede ser un dolor de cabeza. Desde lugares populares ocupados por los turistas hasta spots inaccesibles, a veces elegir es difícil. Este verano, apostamos por destinaciones discretas, para recargar las baterías en compañía del sol. Incógnito, para un bien merecido descanso.
Foto de Portada: @patrimartir11
Isla de la Graciosa, en España
Foto : @casaenpedrobarba en Instagram
Por el amor a la arena fina, a las playas donde la vista se pierde en el horizonte, al cabello todavía mojado de tanto nadar, al sabor a sal en la comisura de los labios. Bienvenidos a la isla de La Graciosa. Perdidos en medio de las Islas Canarias, tanta naturaleza por descubrir: una visita al pueblo de Pedro Barba, una caminata a la Montaña del Mojón y una inmersión en las aguas turquesas de Playa Lambra. ¿Solo en el mundo, en el paraíso? Por supuesto.
Castelluccio di Norcia, en Italia
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Pueblo histórico en el corazón de Italia, Castelluccio es un lugar de retiro en sí. Al abrigo de las montañas, parece que te permite reducir las revoluciones. Nada tiene sentido excepto el silencio. Como programa: juego de malabares entre la lectura y la siesta bajo el canto de las cigarras, en medio de los campos de amapolas. Y si el espíritu aventurero clama, tomamos el camino de los cañones de Lame Rosse u optamos por un baño improvisado en las cascadas de Sarnano. De vuelta a lo esencial.
Essouira, en Marruecos
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Amantes del sur, nadadores experimentados, deportistas principiantes, saludan al destino ideal: Essouira, un pequeño pueblo de pescadores en la costa marroquí. Aquí es donde aprendes a domar las olas durante un curso de surf, windsurf o kitesurf. Un cambio de escenario para unas vacaciones tan enriquecedoras como nuestra lista de cosas por hacer para el regreso a la vida cotidiana. Las únicas consignas: surf, aperitivo, sueño.
Pirineos Atlánticos, Francia
Foto : @bearnpyrenees_tourisme en Instagram
Si el flechazo es francés, tomamos el tren en sentido contrario. Adiós a los turistas desorientados que buscan un metro cuadrado de arena. Dejamos la costa para sumergirnos en las tierras de los Pirineos Atlánticos. El programa: una caminata al día para respirar, el silencio como brújula. En cuanto a destino(s), nos decantamos por Ainhoa, Orthez, La Bastide-Clairence o Navarrenx. Mejor aún, atravesamos los Pirineos en un viaje por carretera, terminando en el País Vasco.
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